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Los escenarios de El Salto y Juanacatlán

"El primer espacio escénico edificado fue el que se encontraba entorno a la fábrica de Río Grande. Se trataba de un pequeño teatro situado frente al actual santuario del Sagrado Corazón"
Los escenarios de El Salto y Juanacatlán

Desde su existencia los teatros, cines o auditorios han servido como un centro de celebración para acontecimientos lúdicos. Bajo una perspectiva funcional y estética, estos espacios han surgido como un equipamiento necesario en los pueblos y ciudades, convirtiéndose en íconos o referencias entre las poblaciones. Juanacatlán y El Salto no escaparon de tener este tipo de espacios, contando desde el siglo XIX con numerosos ejemplos de ello.

El primer espacio escénico edificado fue el que se encontraba entorno a la fábrica de Río Grande. Se trataba de un pequeño teatro situado frente al actual santuario del Sagrado Corazón. Lamentablemente son muy pocos los datos disponibles que mencionen esta construcción, y sólo se sabe de su existencia por un plano elaborado a mediados del siglo pasado.

Al poniente, en los linderos del mercado municipal de El Salto existió también una pequeña área destinada a teatro, en donde se instaló la primera preparatoria incorporada a la UDG antes de pasar a su sede final. Aunque la construcción aún existe con ligeras modificaciones se encuentra en total abandono.

Juanacatlán contaba con dos espacios que funcionaban con el mismo fin, el primero en el “cerrito”, como un teatro al aire libre, y el segundo ubicado en el cuartel II del centro conocido como “Teatro González”; una modesta casa ochavada en donde, a decir de algunos habitantes que recuerdan vagamente el lugar, existía una especie de cine en la fachada de esa finca y propiedad de la familia González. Posteriormente la casa funcionó como un banco, tienda de abarrotes y recientemente ha sido acondicionada como tienda de conveniencia.

La evolución de estos espacios por tratar de sobrevivir trajo consigo la construcción de cines. El primero de ellos el “Cine del Río”, ubicado en el centro de Juanacatlán fue el atractor para edificar el “Dolores del Río” y el “Lamas” en El Salto, que aunque muy modestos, cumplían con el factor social de convivencia, convirtiéndose en un punto de reunión y esparcimiento. Lamentablemente no perduraron, siendo abandonados, transformados o destruidos.

El último ejemplo existente es el “Teatro al aire libre” inaugurado en el año 2000 en Juanacatlán, construido sobre la pendiente en donde se desplanta la población, a manera de gradas con vista al malecón. La apatía de los habitantes y autoridades provocó que la zona decayera completamente en uso y cuidado. Nuestra falta de cultura y apropiación ha hecho que estas construcciones no perduren; nuestros municipios están destinados a ello, al abandono de la propagación de las artes y cultura en un espacio dirigido a ello, a la ausencia de propuestas que indiquen que en El Salto y Juanacatlán aún hay áreas, puntos, sitios o espacios, donde se cobije y resguarde el arte local.

Sobre el autor:

Bernardo Camacho Ornelas es arquitecto, habitante de Juanacatlán.

Cronista, apasionado por la preservación del patrimonio histórico y arquitectónico.