Un sitio olvidado
En la localidad de Miraflores en Juanacatlán se ubican las ruinas de una de las principales Haciendas que abastecía a Guadalajara de trigo en el Siglo 18
SECCIÓN: DESCUBRIENDO MI PUEBLO
Al sur de Juanacatlán, a escasos metros del antes llamado río del Espíritu Santo, está ubicada la pequeña localidad de Miraflores, un sitio olvidado por la historiografía regional y que merece ser reconocido por sus habitantes.
Miraflores fue propiedad en el siglo 18 del Capitán Juan de la Mota Padilla en 1703 y para 1714 del Capitán Antonio de Vizcarra; éste último por un corto periodo de cuatro años.
Durante su posesión se convirtió en una de las principales haciendas que abastecían a Guadalajara, aportando gran cantidad de trigo cosechados por los naturales de los pueblos vecinos, entre ellos los de Juanacatlán. Cuando el Capitán Vizcarra llega a la quiebra la hacienda estaba valorada en 55,000 pesos.
En 1760 la gran hacienda se dividió. La primera parte la adquirió Teresa Fernández Partida quien formó la naciente hacienda de Zapotlanejo y la segunda parte conservó el nombre de Miraflores propiedad de una de las familias más importantes de Guadalajara: los Basauri.
La familia – de ascendencia vasca- fue dueña además de la vecina hacienda de Atequiza. Administrada por Tomas Basauri, a su muerte dejó la propiedad a José Ignacio Basauri, cuya suma era de 27, 252 pesos junto con la hacienda de Frías.
Tanto Atequiza como vez Miraflores fueron uno de los puntos en que los Basauri invirtieron gran parte de su trabajo valuando el primer lugar en 162, 456 pesos y el segundo en 35,579 pesos. Finalmente la hacienda dejó de ser de esta familia en1819, siendo propietario ahora el comerciante panameño Dn. Pedro Olazagarre.
La hacienda pasó a mano de diversos personajes hasta que en 1807 fue adquirida junto con el rancho de Juanacaxtle, la hacienda de Zapotlanejo entre otras, al Obispo de la Nueva Galicia Juan Cruz Ruíz de Cabañas para abastecer de alimento a la Casa de Misericordia y al hospital de Belén.
Con la desamortización de los bienes de la iglesia, Miraflores fue vendida y prácticamente fraccionada poco a poco hasta ser una pequeña estancia, actual localidad de Juanacatlán. Aún permanecen en lo que hoy es una plaza cívica restos deteriorados de uno de los sitios que tanto los habitantes como el propio tiempo han olvidado, dejando que caiga poco a poco hasta desaparecer.
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