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Cuentos del Pueblo: La Administración

"El problema de la escasez en el agua originó manifestaciones en S, pero nada que no pudiésemos manejar de forma interna"
Cuentos del Pueblo: La Administración

Me llamo Santiago Franco, y llegué al Ayuntamiento de S cómo todos a caso suelen llegar. Mi situación, sin ser de una particularidad azarosa, fue una invitación personal de mi viejo amigo Fernando Parra, que es el presidente actual de esta administración junto con su hermano Esteban, su secretario general. Mis amigos dicen que el ingreso a la administración de S fue una especie de «suerte de locos», aunque prefiero siempre pensar que la suerte es inexistente y sólo es mera casualidad lo que nos tiende a ocurrir en la vida.

La historia de mi ingreso da inicio una tarde en la que me dirigía a casa tras concluir una de las reuniones del partido, que lejos de tener algún objetivo, estaban llenas de despropósitos y opiniones iracundas hacia el gobierno en turno. Fue esa vez cuando me encontré con Fernando Parra. Él, salía por el portón gris de la casa de sus padres con algunas cajas apiladas, que tambaleantes, cayeron al piso esparciendo toda clase de artículos desprovistos de una categoría. Me dispuse a ayudar a un viejo amigo de la infancia con la recolección de sus artículos desperdigados en la acera, como por una cortesía casi mecánica. Parra, me platicó mientras recogíamos sus artículos del suelo, que la próxima semana iniciaba su gestión como el alcalde de S, y que debía aceptar la invitación a su toma de protesta como un gesto de agradecimiento, a la que por supuesto, de forma amable acepté, sin considerar de manera obvia mi asistencia, pues su partido fue nuestro principal contrincante electoral en S.

Días después de mi encuentro con Fernando, continué con mis actividades cotidianas, que consistían en interminables tareas de redacción y revisión de los documentos del partido, todas, diligencias heredadas por mi gran boca que se enreda constantemente en compromisos innecesarios. Pasaba los días internado en la habitación formulando toda clase de documentos, hasta que una tarde mi madre llamó a la puerta para avisarme que Parra, había enviado a un par de personas del ayuntamiento para recogerme. No creí que mi viejo amigo reaccionará con esa mecanicidad a la invitación que me realizó días antes. Por supuesto, me reúse a acudir por cuestiones de trabajo. Así que dije a los hombres de Parra, que no podía asistir a la toma de protesta, que agradecía las atenciones realizadas a mi persona y que esto le fuera expresado al nuevo alcalde de S, junto con mis felicitaciones.

A lo que los hombres respondieron manifestando la inexistencia de una opción en la que el evento se realizara sin mi presencia, pues yo, había sido designado como el nuevo Secretario de Actas del Ayuntamiento de S, cuya función, según me contaron los hombres, era dotar de legalidad y fe a todos los actos de la administración pública que dieron inicio ese día.

Dejando fuera algunos detalles carentes de importancia, este es el resumen general de mi ingreso a esta administración, cuyo precepto casi bíblico y repetitivo (que aprobé sin detenerme mucho) en la toma de protesta y en sus magnánimos logos grises es, «El cambio lo construimos juntos».

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El primer recibimiento que tuve en la administración de S, fue el del Secretario General (hermano de Parra), que me presentó en solemne acto a mi equipo de trabajo compuesto por una secretaria entrada en años, dos mensajeros, que bien parecían haber salido recién de alguna prisión, y un señor encargado del aseo que siempre usaba gorra de beisbolista y que nunca conocí su nombre.

Mi oficina se encontraba en el tercer piso del edificio del Ayuntamiento. En ese segmento se habían instalado las oficinas de las secretarías más importantes. Dos puertas a la izquierda, se encontraba la oficina de mi viejo amigo Parra, a la que acudí en la primera oportunidad para realizar una cita, con la finalidad de agradecer la designación y ponerme a su disposición.

Por supuesto que es del dominio público que mi expediente profesional no es muy abultado, pero como todo joven, tengo ambiciones, ansias de superación y metas. Considero que esto es lo primordial para desempeñar el cargo. Existen ahora tantos jóvenes que van por la vida sin ninguna ambición que la de llegar al fin de semana. Los veo por las calles, deambulando, desprovistos de toda motivación altruista, convicción política y filosófica. Una pena.

Los meses sucesivos estuve atiborrado de trabajo, firmé cuanto documento necesitó mi firma. En poco tiempo, comencé a llamar la atención en la administración debido a la alta eficiencia que mostraba, y al concluir el primer semestre de gestión, me había convertido ya en una pieza clave. Pronto, fui invitado a inmiscuirme en los proyectos emblema de la administración, como la legislación de multas por ser infiel dentro de S, el cambio de todos los contenedores de basura del municipio por los de otro color, el primer festival anual del agua y la donación del agua a una empresa extranjera que nos va construir un campo de golf y estatuillas por todo el municipio.

Me llena de dicha poder abordar desde mi ejercicio profesional, tantos problemas que eran invisibles para otros gobernantes. Estoy seguro de que conduciremos a nuestra comunidad a un éxito sin precedentes.

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El problema de la escasez en el agua originó manifestaciones en S, pero nada que no pudiésemos manejar de forma interna. Recuerdo que nuestro vocero salía a dialogar con las personas afectadas por el acuerdo del agua que firmamos el presidente y yo.

La decisión de mi superior siempre me pareció razonable, el fomento a la cultura y al deporte había estado abandonado por todas las administraciones anteriores. Y para aclarar el sentido de la toma de esta decisión, de ceder el agua a particulares extranjeros, me es indispensable dar explicación del plan maestro de nuestro presidente, que, si bien se ha calificado de irrisorio, es más bien algo con dotes visionarios.

La concesión de la totalidad del agua de S a nuestros socios chinos de una empresa de nuestro Corredor Industrial, no es ninguna calamidad, como suelen calificarla esas personas que se dicen llamar activistas. Sino, es un intercambio ventajoso para todos los habitantes de S. Esté intercambio supone, que al cederles la concesión de nuestra agua los chinos, estos tendrán que entregarnos dos proyectos importantes:

1. La construcción completa de un campo de golf de primera categoría, similar a esos que se encuentran en algunas de las ciudades más importantes.

2. Una serie de esculturas artísticas, en total 26, que serán entregadas e instaladas a finales de los siguientes dos años por todo S. Las esculturas cosmopolitas, son copias idénticas en tamaño de las mejores obras de arte, entre las cuales son indispensables piezas de Miguel Ángel, Donatello, Auguste Rodin y algunos otros escultores más modernos. Todo esto, con la única finalidad de reunir el mejor arte y promover de forma vanguardista la cultura en nuestro municipio. No veo en ningún momento, las negras intensiones de dañar a nuestra comunidad, sino, el de los finos dotes de la gestión de nuestro presidente para posicionarse ganador en este acuerdo frente a los chinos.

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Es el tercer y último año de la administración, y la gente comienza a verse más contenta y más amable, imagino que influye mucho la conclusión del campo de golf. Aunque por obviedades de la adopción del trato, la disposición del agua sea un tanto más complicada para todos. Nada que no pueda solucionarse. Hemos vuelto en S, a los rudimentarios y tradicionales métodos de distribución y centralización del agua. Cada persona recibe a diario una ración de agua de la mejor calidad según sus necesidades, y es aquí, a mi oficina, donde acuden cuando necesitan alguna ampliación en su dotación personal o familiar de este líquido. Desde luego que mi equipo, hace una evaluación de cada caso en particular y me notifica si es posible ampliar o disminuir las entregas del líquido, según nuestras capacidades institucionales.

Algunos conocidos de S me han expresado su entusiasmo por hacer algunos hoyos en uno o tripletes en el campo de golf. Por mi parte, escuchar todo esto, refuerza la certeza de la decisión tomada por la administración.

Ayer, nuestros socios chinos instalaron la última de las esculturas, que, por suerte, fue colocada a unos metros de mi nueva casa. De hoy en adelante, cuando despierte y abra las persianas de la sala de estar, veré El David de Miguel Ángel a la mitad de mi calle, y más allá, cuando me dirija al ayuntamiento, veré algún Venus de Milo o un efecto Guggenheim de Gehry. Sin duda, una sensación gratificante que faltaba en S desde hace años, no ha existido un periodo más próspero en S…

 

Ramiro Corona.