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Cuentos del Pueblo: El futbol que dejamos ir

"Conocí también a Daniel Osorno, que me decía «Paisanito», que porque los dos éramos de aquí de El Salto. Pasé muy buenos tiempos con el Atlas"
Cuentos del Pueblo: El futbol que dejamos ir

Comencé a jugar futbol en el Atlante. Esa cantera fue mi casa por muchos años. Martes y jueves entrenaba, y los domingos nunca faltaba liga para meterse a jugar de enserio o a cascarear. En el medio campo me conocían como «El Gacela Ruiz», porque no se me veían los pies al correr. También me decían «El bicicleta», que porque al correr parecía que iba meneándome a los lados como cuando uno le da sin manos a la bicicleta.

En la escuela nunca me fue bien, a los deportistas no se nos da eso de la escuela. Nosotros nacimos para andar resecándonos la boca con el aire, para darlo todo en minutos donde le va a estallar a uno el corazón. Iba a la escuela porque era la forma de entretenerme en algo mientras no entrenaba o no jugaba futbol, porque mis padres me decían que si no me dedicaba a patear el balón, mínimo ya tenía algo para sostener a mi familia.

Llegué al futbol profesional como todos los del pueblo. A través de una visoria. Me reclutaron en un partido de final de copa contra el Río Grande, nuestro mayor rival. Yo tenía 16 años cuando les ganamos 3-1, recuerdo ese partido muy bien. Dos goles fueron míos y uno del «Bigotes», que era un defensa del Terrero que no dejaba el paso libre a nadie para anotar gol.

Al terminar el partido, vi que mi papá hablaba con dos señores de lentes oscuros y camisas blancas. Me acerqué al escuchar el chiflido de mi padre y ver que me hacía señas.

—Estos señores quieren hablar contigo para que juegues fútbol en uno de sus clubes. —Me dijo mi padre—, uno viene del Necaxa y el otro del Atlas.

Y para no alargarles más la historia, me decidí por irme a jugar al Atlas, porque ya traía los colores rojo y negro de mi Atlante bien puestos.

Comencé de banca, como todo novato que se tiene que ganar su lugar en la cancha con los grandes. Mi primer juego fue de visitante contra el Cruz Azul. Me metieron al minuto 85´ cuando el Profe Ojitos Meza me dijo —Vas mi Bicicleta, a ver que alcanzas a hacer—, aunque ya se sabría el resultado. Y así, en contra de todo pronóstico, con sólo cinco minutos y sin que fueran a agregar tiempo extra, sucedió lo inesperado. De repente, le tapé el pase a un defensa del Cruz Azul, luego le recorté el balón con la zurda a otro y comencé a echar andar la bicicleta hacia la portería ¡GOOOOOOOOOOL! ¡GOOOOOOOOOOOL DEL BICICLETA!

En el Atlas conocí a grandes futbolistas como Sigifredo Mercado, que jugó con la selección mexicana en el mundial de Korea/Japón 2002. Conocí también a Daniel Osorno, que me decía «Paisanito», que porque los dos éramos de aquí de El Salto. Pasé muy buenos tiempos con el Atlas. Podía visitar a mi familia por la cercanía y echarme unas chelas de vez en cuando con mis amigos Los Burreros, que siempre me pedían boletos. Disfruté mucho esa época. Tenerlo todo tan cerca.

 —Bicicleta ¿Cómo fue que terminó tu carrera de futbolista?

—Eso ya todo el mundo lo sabe Jesús. Pero te contaré como pasaron las cosas en realidad. Quiero que lo pongas tal cual como sucedió, porque algunos dicen que fue a causa de las drogas el motivo por el que me retiré, y cuáles drogas, si la única droga que conocen aquí es la de andar hablando y criticando a todo mundo.

—Todo terminó cuando me lesionaron en un partido de liguilla, nomas de acordarme hasta se me enchina la piel. El dolor que sentí ese día ha sido el peor de toda mi vida.
—Salía a jugar por segunda vez como titular en un partido muy reñido contra el América. Como solía suceder, el arbitraje estaba a favor del equipo contrario y nos iban ganado por dos goles de diferencia. El tiempo se agotaba. Quedaban diez minutos y la bicicleta no andaba. De pronto Sigifredo Mercado me filtró un pase poniéndome uno a uno con el defensa. Comencé a correr. Y llegando al área del equipo contrario un defensa me destrozó la zurda. Después de sentir el impacto me quise levantar para seguir con la jugada pero ya no pude. Nunca había visto tanta sangre, vi mi calceta empapada y después me desmayé del dolor. Fue una fractura expuesta de tobillo.

—Después de todo lo qué pasó, ¿Le tienes rencor al defensa, Bicicleta?

—No. Es mejor vivir sin rencores. Creo que fue sólo una equivocación. Todo futbolista sabe que ante cualquier riesgo de gol hay que cuidar la portería a como de lugar. Algunos diarios condenaron la barrida del defensa como un acto con saña, pero yo por mi parte trato de no gastar energía sintiéndome mal.

—Bicicleta ¿Cómo fue que decidiste regresar a El Salto?

—Pues ya llevaba tres meses lesionado cuando decidí regresarme para acá porque quería estar con mi gente, eso de estar lejos en un hospital y sin tu familia, la verdad es que si me agüitaba. Otro motivo por el que me regresé es porque los doctores me dijeron que ya no volvería a jugar fútbol, que mi tobillo ya no tenía remedio. Estaban por realizarme mi quinta cirugía y la rehabilitación en vez progresar sólo se alargaba.

—Fueron meses difíciles, despertaba muy seguido a mitad de la noche porque soñaba con el dolor de la fractura. Hasta después de un año pude regresar a pisar una cancha, pero ya nunca me sentí con la confianza de volver a jugar. Decidí anunciar mi retiro del futbol.

— ¿Cuáles se puede decir que son tus planes ahora que ya te retiraste?

—No me queda mucho por hacer Jesús. Me han propuesto entrenar a algunas divisiones en el Atlante, pero no estoy seguro de si pueda volver a pisar el pasto. Quizás me compraré un pase para trabajar en la llantera, «ya ves que tampoco hay mucho que hacer por aquí…».

—Bicicleta, muchas gracias por darme el tiempo para la entrevista. El mes que viene estrenamos el libro “Glorias del fútbol” que estamos trabajando en La Cascada, será un gusto traerte una copia para que leas tu reportaje.

—Gracias a ti Jesús, espero que no dejes de sacar tu periódico. «Uno deja ir muchas cosas en la vida, y todo ese fútbol y todas esas cosas que dejamos ir van a parar tan sólo a los recuerdos de los que nos vieron mover el balón por las canchas».

 Ramiro Corona.

Sobre el autor: Ramiro Corona es naturalizado por voluntad como originario de Juanacatlán Jal. Su pasión por la investigación le ha permitido conocer e instruirse en diferentes universidades alrededor del mundo. Es un voraz lector de literatura, un oportunista poeta y si bien es diestro para escribir, es zurdo en su pensamiento. 

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