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Con espíritu guerrero

“¡Llegaron los elotes, calientitos, hay elotes cocidos, oiga, a siete, baratos! ¡Aquí están los elotes, están muy tiernitos, muy buenos!”, se escucha su voz de poco volumen, pero clara sobre las calles de ambas cabeceras
Con espíritu guerrero

Jesús Mota Hernández empuja lentamente su triciclo lleno de elotes sobre el puente que une a El Salto y Juanacatlán.


Su andar encorvado detiene el tráfico por varios minutos, pero a sus 88 años, el sentimiento que provoca en los habitantes de ambos municipios es admiración, por ver a ese adulto mayor seguir luchando por su bienestar y el de su familia.

 

Sombrero, rostro moreno y arrugado, pocos dientes, corto de estatura, bigote y pelo canoso. Este “súper hombre” mantiene su mente lúcida y todos los días sale a vender su elote, caminando las calles de Juanacatlán y de El Salto. Un trabajo pesado, de varios kilómetros, del que cualquier joven podría quejarse.

 

“¡Llegaron los elotes, calientitos, hay elotes cocidos, oiga, a siete, baratos! ¡Aquí están los elotes, están muy tiernitos, muy buenos!”, se escucha su voz de poco volumen, pero clara sobre las calles de ambas cabeceras municipales.

 

“Estoy preocupado, hoy casi no he vendido”, expresa Don Mota.

 

“No se preocupe, al ratito primeramente Dios, va a vender mucho”, le responde una señora quien le pide quedarse con el cambio de la compra.

 

La Cascada le pide una entrevista a Don Mota y de inmediato accede. Como si tuviera experiencia, se le pone una cámara enfrente y comienza a hablar claramente sin tapujos.

 

“Tengo 88 años, nací el 26 de julio de 1928, un domingo en la mañana… eyyy, ya le digo”.

 

 

¿De dónde es?

“Nací en Aguascalientes, llegué aquí en 1947, porque allá no encontraba ninguna novia. Me decían las muchachas que estaba muy prieto (sonríe), muy feo y me vine a Guadalajara y me encontré con una hija de Juan ‘El Angosto’… que ya se me murió…, le hablé y luego luego nos hicimos novios y ella me trajo a vivir para acá”.

 

¿Cuántos hijos tuvo?

“Cinco. Algunos están en Aguascalientes y se me han muerto tres y me casé con otra vieja, me casé con una viuda y ahorita estoy con ella”.

 

¿Usted es de El Salto o de Juanacatlán?

“Siempre he vivido en Juanacatlán, pero me vengo a vender también a El Salto”.

 

¿A qué se ha dedicado durante su vida?

“Agricultor y ganadero, cuando caí aquí comencé a vender guayabas y después mangos; venta de fruta, verduras, elotes, a veces compro, otros yo los cosecho, pero también sé arriar la yunta, sembrar, escarbar, pegar unos caballos en unos machos, lo que sea. Sé rayar y tapar el maíz con la yunta”.

 

¿Cómo le hace a los 88 años para tener esa fuerza?

“No se crea que ando sobrado, me duelen las piernas, la rodillas no las aguanto. Ya estoy viejo, mire cómo estoy de arrugado, mire (se jala la piel del cuello), ya no estoy nuevo, pues 88 años ya es mucho”.

 

¿Qué lo motiva a levantarse todos los días a seguir trabajando?

“Pues a tener dinero, porque mi señora en la mañana me pide para las gordas, para el agua de beber, es lo más urgido y ella con la lechita que vende con unas vaquitas que tenemos y con eso compra frijol y comemos frijoles fritos y luego yo compro café y azúcar y a veces le pongo leche, pero como me hace daño la leche, pues me lo tomo puro”.

 

¿Qué más le gusta hacer?

“Sembrar me gusta, pero ya no puedo bien, me canso mucho, se me acaba la fuerza. Voy a traer leña para coser el elote y me tengo que sentar un rato para aguantar o recargarme un rato, porque allá no hay donde sentarse, puras huizacheras”.

 

¿Qué consejo le da a los jóvenes que no quieren trabajar?

“Que trabajen, porque molestan mucho a uno y pueden caer mal. El otro día un par de jóvenes, grandotes y prietos igual a mí, me quitaron los centavos. Tenía la bolsa llena y se la llevaron llena de dinero, como con unos 300 pesos, me robaron y me dio mucho coraje, no les pude hacer nada y ya no los he visto”.

 

¿Qué recuerda de la cascada?

“Vendíamos guayabas, porque había muchos gringos…ya le digo…así es…ya me voy, porque se me está haciendo tarde y no he vendido casi”.

 

 

 

FRASE:

“No se crea que ando sobrado, me duelen las piernas, la rodillas no las aguanto, ya estoy viejo, mire cómo estoy de arrugado"

Jesús Mota Hernández, comerciante de elotes

 

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