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Las tragedias de un problema de fondo

Las tragedias de un problema de fondo

La violencia con sus raíces en las desigualdades, en la ausencia de vías y caminos para la superación de millones, luego, la presencia de una cultura ácida y decadente que perpetúa el discurso de admiración y reproducción de las vidas de aquellos que se entregan al crimen.

Ni los policías, ni las fiscalías, ministerios y penas son las vías idóneas para resolver esta situación alarmante, pues el problema de fondo implica la realidad de una oferta y demanda de estupefacientes que no terminará ni por decreto, ni se ahogará o desvanecerá por virtud de cárceles, balas, muertos o pacificadores, los consumidores se cuentan quizá por millones y a menos que todos y cada uno de ellos decida por sí, o con ayuda resolver su situación personal, las drogas continuarán llegándoles a sus manos, aún causen cientos de miles de muertos. Así, es una realidad que no dejarán de existir consumidores en este mundo de mentalidades y emocionalidades endebles, ahogado en un materialismo lacerante y denigrante que detona deformaciones en la psique de millones y millones de seres humanos.

En los gobiernos, la corrupción e ineficacia es el adjetivo de todos los días, rebasados por una realidad que trasciende cualquier vía y medio de control, el fracaso de las medidas de seguridad y combate se vuelve casi una obviedad, el problema que crece termina por hacer estallar cualquier medio de contención impuesto a través de cuerpos de seguridad e incluso del ejercito mismo, al día presente, el combate a las drogas pareciera más bien una medida moralina impuesta por la fuerza a una sociedad que clama piedad a sus verdugos.

Al final, el combate a las drogas es un negocio cuyo corazón, la corrupción, deja miles de millones de dolares a todos los personajes y agentes involucrados en la cadena de producción, comercialización y consumo, es por lo tanto contundente afirmar que hay una fuerza gigantesca a la que le interesa la ilegalidad del negocio sin importar los miles de muertos, desaparecidos y afectados directa e indirectamente.

Así, el problema que se combate con cárceles y balas es ciertamente uno de superficie, de consecuencias, el consumo y tráfico son sólo efectos de la condición imperante de nuestro mundo y ésta, no cambiará sino por la progresión individual de todas las consciencias, así, pensar que las amenazas de cárcel, infiernos o muerte será suficiente para impedir que muchos se pierdan en el crimen o en el consumo de drogas es francamente una ingenuidad, pues al final, para muchos contemporáneos, no es la moralidad sino la libertad el camino único de progresión espiritual.

Por ello, no exigimos más balas, ni más policías, leyes o cárceles, exigimos descriminalización, consumamos o no consumamos drogas, exigimos que la pobreza deje de ser la oportunidad para lucrar electoralmente de la política social y se vea con franqueza como una realidad hecha para ser superada, porque su estadío y estatismo en nuestro mundo es el origen de muchísimos males sociales.

Entre tanto nuestras peticiones se cumplen, es una desvergüenza consumirle a los criminales, comprarles el cuento de sus miserables capos, seguirles el ejemplo y reproducirles su ignorancia en corridos y canciones populares, entre tanto la libertad se asume como tal por nuestros gobernantes, millones de mexicanos son corresponsables en su ignorancia, vicios y vida borrega que termina por hacerle el caldo gordo a tantos y tantos seres que deciden dedicar su vida al narco.

#NoSonTresSomosTodxs

Joksan Ishbak Valero Navarro es abogado y consultor de empresas, docente del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades y Premio Estatal de la Juventud.

*Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de La Cascada.

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