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Ángeles y luciérnagas

Ángeles y luciérnagas

Ángeles y luciérnagas.

Y entonces comenzó la lluvia más fuerte que se había visto en la historia del pequeño pueblo, se fue la luz en varias casas. Las plantas se estremecían con el viento abriendo, sus ramas, y expandiendo sus hojitas como extienden los brazos los humanos al encontrar a un ser amado, con fuerza y entusiasmo. Llenos de vida y de ilusión, permitían que bajaran las gotas de un azul claro, recorriendo todo su tallo, bañados de vida, ya que eso es el agua, vida.

Los animales sintieron la primera gota, casi cristalina caer en su cuerpo, querían un buen baño. Disfrutaron cada gota, desde el peludo lobo, hasta la colorida y pequeña oruga. Después de alegrarse con la refrescante lluvia regalo del cielo, algunos buscaron cubierta y otros como los caballos salvajes corrieron: porque la lluvia les daba tanta felicidad que tenían que correr para sentir como les peinaba su largo pelaje la brisa, la lluvia y el viento. Se humedecía su aterciopelada piel y les encantaba sentir la tierra mojada en sus patas, olfatear la tierra era una delicia, ellos no buscaron con que cubrirse sino, dónde gozar de la lluvia. Decidieron llevar a sus potrillos, familia y amigos a una hermosa parte del bosque donde había un espacio tan abierto que podían acostarse y revolcarse en la tierra como las bellas criaturas salvajes que eran.

El sol asomó sus pestañas, pero disfrutó tanto de la música que hacía la lluvia que se arrulló y fue a dormir de nuevo. Las nubes bailaban al ritmo de la lluvia, sincronizadas en pares, sonreían y disfrutaban de la lluvia. Y entonces se comenzaron a ver unos puntos de colores en el cielo, era la hermosa formación de un arcoíris divino. Uno, dos, tres, cuatro, azul, morado, lila, purpura, rojo, anaranjado, eran incontables los colores que tenía el arcoíris, jamás se había visto un arcoíris doble antes.

Era como si se abriera una puerta al cielo o sería a la tierra, fue mágico, la gente salía de sus casas a admirar el cielo y su arcoíris doble. Entonces se escucharon los pájaros cantar, tantos ruidos que era una armoniosa orquesta de sonidos sapos, grillos, cigarras y entonces cesó la lluvia, así de repente. Fue cuando las luciérnagas llegaron con su brillante resplandor amarillas, anaranjadas, azules, y verdes, casi de inmediato se hizo de noche.

Pedí permiso para salir y corrí al patio a alcanzar las que pude, había tantas que mis manos no bastaban para atrapar. Yo era feliz corriendo entre el pasto mojado, cuando por fin me cansé y me llamaron a cenar; entré corriendo con mi playera enrollada hacia arriba como canasto, con tantas luciérnagas que no me quedó otra más que soltarlas en el comedor. Su luz con la luz de las velas, hacían mágico el comedor de mi casa, mi familia sonrió y mi madre con la ternura de siempre me pidió que las dejara ir.

Corrí por un envase de vidrio, el más grande que encontré, y una por una las luciérnagas a aquel recipiente adentré. Corrí a mi habitación y lo puse sobre una mesa al lado de mi cama. ¿Quién quería luz, con tan espectacular vista? Mi cuarto se veía como algo sacado de un cuento de hadas, parecía que lo iluminaban brillos de colores que prendían y apagaban sin ton, ni son.

Entró mi hermano mayor a mi habitación y explicó que las luciérnagas no vivirían lo suficiente, porque no podían respirar, que era una tristeza que yo las tuviera apartadas de su familia, de su hogar. También dijo que ya no iban a volver, porque yo las tenía allí encerradas en un frasco de vidrio. Entonces se levantó y me dijo: pero es tu decisión… Cientos de luciérnagas brillantes, coloridas alumbrando mi habitación, pero ¿cómo las apartaría yo de su familia? No podía hacerles eso, pobrecitas. Salí de mi habitación y mi familia cenaba, pero yo sé que me veían salir al patio.

Corrí hasta medio patio, un patio muy grande, pues era media manzana, parecía un bosque, con árboles enormes, frutales: mandarino, naranjo, guayabos, guayabo-fresa, limón, lima y de sombra.

El olor a tierra mojada de lluvia era más fuerte y la brisa de la noche más fría, pero aromática. Cargaba olores del pasto, y de hierbas; romero, albahaca, yerbabuena, orégano. También se filtraba un poco de gardenia en el aroma, había un arbusto con ramas altas como árbol, olía delicioso, le llamaban huele de noche. Era delicioso salir al jardín y más después de la lluvia.

Cuando ya llegué al mismo lugar de donde creí haber tomado las luciérnagas, destapé el frasco de vidrio, y les dije que esperaba volverlas a ver pronto. Las luciérnagas se elevaron y se esparcieron como el mar en el horizonte.

Se escuchó un crujido de hojas secas y pasto, como una pisada de alguien, me contuve la respiración y busqué con la mirada entre el oscuro e inmenso patio. Entre los arbustos, y los árboles allí estaba era un, ¿qué era eso? Parecía un... Tenía ojos brillosos, claros y me miraban. Había alguien escondido en el árbol gigante de higos, pero el grosor del tronco y la penumbra de la noche no me dejaban verle bien.

Grité con todo el aire que había en mis pulmones, lo más fuerte que pude y no me importaba que todo mundo me oyera; -Mamaaaaaá!

Y me gritó mi mamá desde adentro de la casa. -¡Ya entra a cenar, es muy noche y hace frío!.. A lo que contesté: ¡Venga, venga a ver esto! -

Entonces ese alguien o algo escondido tras el higo, decidió dar unos pasos hacia atrás y extendió sus alas que parecían de ganso, se veían suaves y tersas, y levantando sus pies descalzos de la tierra húmeda, comenzó a elevarse. El aleteo de sus alas era sobrehumano, y generaba aire, me llegó un aroma a rosas, su rostro era de humano y sus manos se veían de humano, había una paz y una ternura en su mirada.

-¡Mamaaaaaá! ¡Saaal!.- Grité ya sin aire.

Corrí hacia él, aunque no comprendía lo que era, no me daba miedo, me daba confianza. No podía dejar de ver sus alas y esa luz azul que de su ser emanaba. Era asombroso.

- ¿Qué pasó?.- Dijo mi mamá, mientras que mis hermanos se reían hasta el cansancio. ¡Había una persona detrás del higo, tenía alas! - contesté.

-Jajajajaja se rieron todos de mí, hasta la abuela a quien se le salía la dentadura con solo abrir la boca.

- ¡No debes temer a nada, algún día tendrás hijos, y ellos aprenderán y heredarán tu fuerza o tu miedo, tu amor o desinterés por la vida, tu esfuerzo y anhelo por salir adelante, tus valores y principios! - Dijo mi papá con voz fuerte y grave.

- ¿No me creen? Exclamé con enfado. Entonces mis hermanos y hermanas comenzaron a especular sobre lo que había ocurrido.

-Había un pavo real. - Dijo uno.

-No, seguro era un perro. -Dijo otro, mientras hacía sonidos de ladrido.

Bajé mi mirada al piso, que decepción. ¿Cómo comprobaría que había alguien detrás del higo? Y ví que algo brillaba en la oscuridad, entre el pasto, lo recogí y le sacudí las gotas de agua con mis heladas manos, era una pluma, una pluma que parecía de ganso, ¿pero azul? -De seguro era de ese ser asombroso… -Mamá! .- La prueba que no miento, una pluma de la persona que vi!.- Alegué.

Jajaja, mamá explícale a mi hermana que las personas no tenemos plumas. .-Inmediatamente dijo mi hermano mayor.

- ¡Éste sí! ¡Y alas enormes, como de ganso, o de águila! .-Le dije con arrebato.

-¡Bueno ya todos vamos a dormir, quienes faltan de cenar, vayan a la cocina, que mañana nos espera un largo día! .- Dijo mi Mamá. Está bien, pero conservaré esta pluma para cuando la persona con alas vuelva, ¡devolvérsela! .- Dije intempestivamente. Mis hermanas se acercaron y dijeron: ¿Es muy probable que todo haya sido una alucinación, estás comiendo bien? .-Dijo una. ¿Estás durmiendo bien? .-Agregó la otra.

Mientras caminábamos todos de regreso a la casa, sentí como si alguien me mirara, no losoñé, no lo inventé, no fue un pavo real, y menos un perro, pensé.

Al entrar a casa, inmediatamente se percibía el olor a chocolate caliente y canela que posaba sobre la estufa, algunos se sentaron de nuevo en el comedor, a cenar. Solo tomé una pieza de pan dulce y un tarro grande chocolate, y de pie, los terminé cuanto antes. Lavé el tarro en el lavatrastes y caminé hacia el pasillo frente a la habitación, donde había un espejo y un lavamanos, justo afuera del baño.

Al lavarme los dientes miraba fijamente la pluma, era tan suave, larga y brillante. Me fui a mi habitación y al caminar por el pasillo, salió mi hermano mayor.

-¿De qué te ríes Pablo? ¡Si ví una persona con alas! .- Le dije antes que saliera algo de su boca.

-Tranquila Ana, solo digo que debes estar más despierta, y soñar menos, yo sí voy a cenar..- Dijo Pablo, con una sonrisa burlona pintada en el rostro.

Llegué a la habitación, Luciana estaba despierta, también Chiara pero ella pretendía estar dormida. Me puse una pijama de tejido de lana, era calientita, ya llegaba el crudo invierno, busqué calcetines gruesos de algodón en el cajón, en eso entró mi abuela y me tomó de las manos y abrió las palmas y puso sobre ellas una cadenita de plata con un dije.

Observé el dije con detenimiento y casi oprimiendo un grito, exclamé con felicidad; ¡Una persona con alas! ¡Mi mamá dice que toda obra misteriosa de Dios es divina, creo que fue obra de Dios, mamá grande!

-Y mi abuela sonrió y me dijo: Es un ángel.

¡No podía creer mis ojos, que felicidad, que alegría! significaba que alguien hizo esa figura, y que ese alguien, al igual que mucha otra gente creía o por lo menos habían visto lo mismo que yo. Mi abuela me abrazó y me dijo: ¿Recuerdas esa oración Ángel de mi guarda? .- Yrápido.- Le contesté sí!.- Ana cada persona tiene un ángel de la guarda, Dios los envía a cuidarnos, muchas veces de nosotros mismos.-Dijo mi abuela.

 

Le pregunté; ¿Mamá grande, usted me cree verdad? .- Me dijo: Sí hija, ellos vienen con misiones, cuando termina su misión se van.-

y ya no vuelven, mamá grande? .-Pregunté con curiosidad y ella acomodándose su dentadura postiza me contestó; Sí pero con otra persona, cada misión es una persona, y siempre son misiones distintas. Cada misión es un color diferente de alas; grises, beige, y azules nadie sabe realmente el significado. Cuando logran el propósito de su última misión tiene derecho a las alas doradas, creo.

-¿Y entonces mamá grande qué pasa cuando tienen alas doradas?.- pregunté.

-Cuando esto sucede ellos deciden volver con alguien que los necesite para cuidarlos mientras esa persona viva, o pueden regresar al cielo al lado de Dios. .-Contestó mi abuela.

-¿Mamá grande, por qué mi mamá no me creé? .-Sin dar pausa alguna pregunté a mi abuela. No te preocupes, muy pronto lo hará, ya verás. Ahora duerme que mañana les espera un largo viaje a ti y a tus hermanas, deberían cenar bien. .-Contestó con brevedad y certeza mi abuela, mientras limpiaba sus lentes.

-Está bien abuela. .- Contesté mientras me recostaba a dormir en mi cama. ¡Quién iba a dormir con tanta emoción! Sosteniendo la pluma, y mi dije, solo podía pensar en el ángelazul que vi.

-Sabes, lo que tú viste, Ana, yo también lo he visto, pero me dio pena decir, no quiero que se burlen de mi. Yo vi a alguien con alas grandes y eran del color del sol al atardecer, bueno iré a cenar rompió el silencio Luciana. Se puso una bata sobre su pijama y salió de la habitación.

-Chiara, ya puedes hablar, siempre supimos que no estabas dormida, se oye en tu respiración. Le dije molesta a Chiara.

-¡Es verdad estoy despierta y que! ¡Déjenme en paz! Contestó con enfado Chiara. ¡Luciana entonces tú también has tenido una experiencia como la mía! .- Dije desconcertada a Luciana. Ya se había retirado Luciana, pero hasta entonces me percaté. -Yo también lo vi, bueno era un hombre recargado en el balcón, sus alas hasta el piso, descalzo, su cara afilada de humano, sus alas eran del color de la niebla, grises, me vio y voló y yo no pude hablar, gritar, o alejarme, solo verlo, aquí están unas plumas que recogí de cuando voló. .-Irrumpió el silencio Chiara,

Ana - ¿A las tres la abuela nos ha regalado un dije similar, tendrá algo que ver con que somos trillizas?

Luciana- No podía dormir con el estómago vacío, ¿quieren algo de lo que traje de cenar?

-Yo no gracias, tenemos que dormir, mañana nos espera un largo viaje hermanas.¿Tomaremos el desayuno aquí o en el tren? La salida es muy temprano, nuestro nuevo colegio nos espera. Dijo Chiara. Ninguna contestamos, cada una dueña de su silencio; una contemplando las plumas, otra el techo y otra degustando sus alimentos.

Mamá entra a la habitación con tres maletas, deja una al lado de cada cama.

Mamá- ¡mis pequeñas mosqueteras! (Suspiró y sonrió dulcemente), la maleta de terciopelo rojo y agarraderas de madera: contiene tu telescopio Luciana, la maleta de terciopelo azul y agarraderas de piel; contiene los instrumentos de paleontología que te regaló el abuelo, Ana, y la maleta toda de piel color marrón y agarraderas de piel; contiene tus libros de física Chiara. Recuerden queremos que estén cómodas, por ello les permitiremos que lleven estas cosas para sus pasatiempos favoritos. Enfoquen su energía en aprender, en estudiar. Una vez al mes les permitirán venir a casa, pero iremos a verlas cada 15 días. Sus hermanos inician ciclo escolar hasta el mes próximo, en el pueblo vecino, pero también estarán al pendiente. Estoy sumamente orgullosa de ustedes, todos lo estamos.

Luciana- mamá gracias, te quiero mucho mamá. .-Dijo Luciana mientras abrazaba con fuerza a mamá, Ana y Chiara se unieron al abrazo) También nosotras te queremos mucha mamá, dijeron en coro Ana y Chiara.

Mamá las abrazó con ternura, y les dijo que fueran fuertes, que solo confiaran en si mismas y en sus instintos. Mirando sus dijes colgados al cuello de cada una, les recordó que oraran cuando sintieran la necesidad de hacerlo. Les plantó un beso en la frente. y las encaminó a recostarse de nuevo.


Autora: Jenifer Silvia García Vélez

Sobre la autora: es oriunda de El Salto. Estudio la licenciatura en docencia de inglés como lengua extranjera.

Ama el cine mexicano de la época de oro. Comenzó a escribir cuentos, la inspira plasmar palabras que puedan motivar a las personas.

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