No juegue con el TLCAN, arréglelo
"En la planta de Honda en El Salto, Jalisco, la empresa despidió a los líderes de un sindicato independiente, y bloqueó a los sindicalistas de la planta"
Opinión: Por JERRY DIAS Y DENNIS WILLIAMS
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El presidente Trump ha iniciado una renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) con la meta de reducir el déficit comercial de Estados Unidos y crear empleos mejor remunerados. Nosotros, como presidentes de los dos sindicatos que representan a 245.000 trabajadores de la industria automotriz y de repuestos en América del Norte, apoyamos el concepto de renegociación significativa del TLCAN.
Pero nos preocupa que el resumen de objetivos anunciado por la administración de Trump esta semana es imprecisa y podrían estar muy lejos de lo que los trabajadores estadounidenses y canadienses esperaban que la renegociación del Nafta lograría en cuanto a restablecer un comercio equilibrado, seguridad de empleo y salarios justos.
TLCAN le ha fallado a trabajadores de la industria automotriz en los tres países que cubre: Canadá, Estados Unidos y México. No hay giro que pueda borrar el hecho de que el acuerdo ha resultado en el cierre de miles de plantas americanas y canadienses y el desangre de miles de empleos.
La industria automotriz es una de las más valiosas del mundo, alcanzando $1,3 trillones en exportaciones globales en el 2015, y representando 8 por ciento de todas las exportaciones globales. Las reglas comerciales moldean dónde y cómo se desarrolla la industria. TLCAN ha empeorado las cosas por todo el continente.
En 1993, Estados Unidos tenía un déficit comercial automotriz con México de US$ 3.500 millones. En el 2016 ese déficit había aumentado a $ 45.1 mil millones. En repuestos de automóviles, el déficit de Estados Unidos con México fue de 100 millones de dólares en 1993; en 2016, era 200 veces más grande, en US$ 23.8 mil millones. En términos de comercio canadiense con México, el déficit total automotriz se ha cuadruplicado bajo el TLCAN, a US$ 8.7 mil millones de US$ 1.6 mil millones.
Sin embargo los trabajadores mexicanos no se han beneficiado de este mal negocio. Los salarios mexicanos se han estancado en términos reales desde que el TLCAN entró en efecto en 1994.
El Gobierno, los empleadores y el principal sindicato mexicano de trabajadores automotrices, la Confederación de Trabajadores Mexicanos, frecuentemente colaboran para mantener un sistema de “contratos de protección” sin el consentimiento de los trabajadores. En la planta de Honda en El Salto, Jalisco, la empresa despidió a los líderes de un sindicato independiente, y bloqueó a los sindicalistas de la planta.
En 2011, PKC, una compañía finlandesa de autopartes en Ciudad Acuña, Coahuila, frustró los esfuerzos de sus empleados para elegir su propio sindicato para negociar un acuerdo de negociación colectiva. La empresa interfirió con la elección del sindicato y despidió a los empleados activistas.
Estos abusos comunes han tenido un impacto económico duradero mientras empresas se mudan de Canadá y Estados unidos para aprovecharse de los trabajadores mal pagados y sin derechos básicos. México aún tiene que desarrollar un movimiento de sindicato libre y democrático, y eso está en el centro del problema.
Esto ha creado un campo de juego desigual. Desde que el TLCAN entró en vigencia, Estados Unidos ha sufrido una pérdida neta de 10 plantas de ensamblaje de vehículos y Canadá ha perdido cuatro plantas; México casi duplicó su número de fábricas, ganando ocho. México tiene casi la mitad de los empleos de automóviles en América del Norte, pero los mexicanos compran menos del 8 por ciento de todos los vehículos vendidos en Norteamérica.
La renegociación significativa del TLCAN debe centrarse de manera integral en un comercio equilibrado que proporcione un crecimiento salarial real para los trabajadores estadounidenses, canadienses y especialmente mexicanos, cuyos salarios suprimidos son perjudiciales para los tres países.
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