Virgen del Rosario: cultura, tradición y fervor en Zapotlanejo
Se celebración el 7 de octubre tiene sus orígenes en la Batalla de Lepanto que tuvo lugar el en 1571 cuando se enfrentaron la armada del Imperio otomano contra la coalición católica organizada por el papa Pío V, llamada Liga Santa.
Zapotlanejo tiene una devoción centenaria a la Virgen María, en distintas advocaciones.
En primera instancia, la Virgen de la Asunción fue la patrona de la parroquia en el siglo XVI, luego se veneró durante muchos años a la Virgen de la Inmaculada Concepción, hasta que en 1839 en consenso la población acordó que fuera la patrona del pueblo bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario.
En la actualidad la Virgen del Rosario, extiende su manto sobre Zapotlanejo y sus numerosas localidades con visitas previas a su festividad, que se celebra en el mes de octubre. El día 7 inician los festejos, quedando la celebración del novenario para terminar el tercer domingo del mes.
Durante su fiesta se realizan procesiones y celebraciones eucarísticas con la numerosa participación de las comunidades del municipio, los barrios, organizaciones, gremios y familias que toman cada día. Por la noche se realizan festivales artísticos, serenatas y se queman los tradicionales castillos y fuegos artificiales para delicia de las familias que acuden al centro histórico a disfrutar la verbena donde no pueden faltar los antojitos mexicanos y los juegos tradicionales como la lotería y la tómbola.
¿CUÁLES SON SUS ORIGENES?
El Santo Rosario tiene su origen en 1212, cuando Santo Domingo de Guzmán, durante su estancia en Tolosa, tuvo una aparición de la Virgen María, que le entregó el Rosario como respuesta a una plegaria en la que le pedía ayuda para combatir la herejía albigense.
La victoria conseguida llevó a ver en el rezo del rosario el "escudo" para vencer la herejía, así como un medio para encontrar refugio y consuelo, fuerza y confianza a la hora de afrontar y superar las dificultades de la vida.
La "entrega" de la corona por parte de la Virgen María y la sencillez de esta oración contribuyeron a su difusión entre el pueblo.
A la luz de esta experiencia, se entiende lo que sucedió en 1571. Los musulmanes estaban presionando en las fronteras de Europa. Para frenar su avance, se formó la Liga Santa. Pío V, dominico y muy devoto de la Virgen, bendijo el estandarte, que representaba el Crucifijo entre los Apóstoles Pedro y Pablo, coronado por el lema constantiniano “In hoc signo Vinces”.
Este símbolo, junto con la imagen de la Virgen María y la inscripción “S. Maria succurre miseris”, fue el único que ondeó en toda la alineación de la Santa Liga para la batalla. Al mismo tiempo, el Papa pidió a todo el pueblo cristiano que se uniera a la batalla rezando el santo rosario. Era el 7 de octubre de 1571.
La batalla de Lepanto constituyó un gran triunfo para la cristiandad. Fue evidente para todos que la victoria se logró gracias a la intervención divina. En 1572, Pío V instituyó la fiesta de Santa María de la Victoria, que fue transformada por su sucesor, Gregorio XIII, en "Nuestra Señora del Rosario". Siguieron otras victorias, como la de 1683 en Viena, donde -de nuevo por intervención divina y por mediación de la Virgen María- se detuvo el avance musulmán.
En 1687, el pueblo de Venecia rogó a la Virgen María que acabara con la peste; superada la epidemia, se construyó la basílica de Nuestra Señora de la Salud, cuya fiesta se celebra el 21 de noviembre.
En el rosario, los creyentes ven hoy un instrumento que nos fue dado por la Virgen para contemplar a Jesús y, meditando sobre su vida, amarlo y seguirlo.
Actualmente, el santuario más famoso del mundo dedicado a la Virgen del Rosario es el de Pompeya (fiesta del 8 de mayo), fundado por el beato Bartolo Longo a mediados del siglo XIX.
Fuentes: Gobierno Municipal de Zapotlanejo y Vatican News
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