Un viejo amor (Capítulo 1 y 2)

Un viejo amor

 Capítulo I

 Roberto Urrea era un internista famoso entre la gente de negocios pudiente. Cuando alguien tenía algún problema de salud preventivo buscaba a Roberto y le pagaba muy bien.

Había mucho prestigio detrás del nombre de Roberto. Así tan joven se había abierto las puertas de grandes nombres entre sus pacientes. Había recibido incontables reconocimientos por haber ayudado a mejorar su salud a grandes magnates, empresarios y líderes mundiales como presidentes, embajadores, incluso líderes religiosos, etc.

Claro que no sabía de galardones o condecoraciones de instituciones públicas, ya que su trabajo no era público, ni caritativo, era muy bien remunerado.

Roberto era un hombre culto, educado, cuyos padres ambos abogados se habían encargado de otorgar la mejor educación dentro y fuera del país. 

Roberto manejaba un Ferrari y le gustaba vestir bien, oler bien y comer bien. No era de sorprenderse su soltería pues Roberto no disfrutaba de nadie más, como de su propia compañía.

Se consentía con lujosos viajes, bellas amigas de ocasión, masajes, spas, playas en CraneBarbados, Costa azul Cannes, Tulum México, isla tortuga Fiji, Tahoe Lake Tailandia, Playa Rodas Islas Cíes, Galicia, la isla de Elba Toscana etc… Claro que la navidad siempre la pasaba con su familia; eran sus padres y tres hermanos. Todos abogados. Sin embargo,Roberto poseía una cuenta de banco mayor a la de sus hermanos. Ayudar a mejorar la salud de los acaudalados era el mejor negocio.

Roberto era muy simpático, tenía una ligereza de plática y fluía, realmente fluía, era sangre ligera y la gente inmediatamente sentía confianza en él.

Era un hombre guapo de cabello negro como la noche, ondulado, corto, ojos grandes verdes seductores, su ceja gruesa, nariz recta, recogida. Labios delgados y boca pequeña. Tenía una mirada seductora.

Roberto lo contrario de lo que uno pensaría, su dinero no lo había logrado a través de corrupción, chantajes o fraudes. Encontraba gran orgullo y amor en su trabajo. 

Capítulo II

A sus clientes como los llamaba él. Los valoraba por su cuenta de banco, y atendía de una manera personalizada. Enviaba un par de enfermeras a observarlos y llevar un registro de horarios, rutinas, alimentos de su vida diaria, para descubrir que había originado o perpetuado el problema de salud.

A la par les enviaba realizar estudios en su clínica privada cerca de la playa, en los cabosMéxico, donde las habitaciones tenían refri, tina de baño, cama king size, proyector en lugar de tv o pantalla, adaptadores para laptop, bocinas, usb, tabletas y demás dispositivos para mayor comodidad de los clientes. 

Había algunos controles para modificar el aire acondicionado o calefacción de la habitación, sonidos de playa, lluvia, fogata, crujir de hojas secas, tormentas eléctricas, aves cantando en un bosque, o aves de selva, cascadas, etc. Complacer a los clientes era de suma importancia. 

Con los resultados de los exámenes y el reporte de las observaciones de las enfermeras asistentes, Roberto otorgaba a sus clientes unas hojas con instrucciones de cuidados; realizar ejercicio dos veces al día, variaban los tiempos desde media hora a una hora: caminata, trotar, bailar, correr o nadar, todo dependía de lo que necesitara y gustara el cliente.

Roberto les enviaba un chef personal, para que preparara sus alimentos de mayor agrado, pero cambiando a un menú saludable; jugos frescos, e infusiones, o aguas frescas, ensaladas de verduras crudas o hervidas al vapor, y legumbres hervidas, ensaladas de frutas, etc.

de acuerdo a las indicaciones de Roberto, tomando en cuenta los gustos gastronómicos de cada cliente se les consentía el paladar, sin dejar de lado que habría más variedad de grupos alimenticios para mejorar su salud. 

Les enviaba el chef, las enfermeras, masajistas, entrenador, instructora de meditación y Pilates o yoga, y spa a domicilio, en caso de no querer asistir a la clínica a internarse.Incluso conciertos, al resistirse a salir de sus residencias o para guardar reposo, o estuvieran bajo demasiado estrés. 

Alguna vez con un cliente muy especial; dueño de plataformas petroleras y algunas minas de gemas, y plata; le envió a todo el elenco de su película favorita, para que interpretaran su filme en vivo. Obviamente sin efectos especiales, y muchas veces los actores, directores y guionistas improvisaban. Hacían las cosas de memoria, no contaban con libreto, ni escenarios, pero si con el vestuario y algo de utilería, y usualmente eran bastante graciosas esas situaciones.

Todos los clientes de Roberto quedaban tan satisfechos con el servicio Roberto, en verdad era un genio, único en su negocio, y que cumpliera hasta sus mínimos caprichos los alegraba de tal manera que estaban dispuestos a pagar lo que pidiera y poco les parecía.

Muchas veces el estrés, los malos hábitos alimenticios de años, pocas horas de sueño, y muchas bebidas alcohólicas, o tabaco entre otras cosas provocaban esos malestares. Mucha agua, debidas horas de sueño, alimentación correcta, variada, conformada por las porciones adecuadas de proteínas animal y vegetales, carbohidratos con moderación, algunas legumbres, cereales y semillas con moderación, y verduras en abundancia, algunos alimentos fermentados o con probióticos, y combinaciones de frutas y raíces o tubérculos en sus jugos. ¡las mismas infusiones que les enviaba, hacían el cambio a mejorar enormemente la salud!

Roberto también sabía que el relajamiento, las risas ayudaban a restaurar la buena salud, y bajaban los niveles de cortisona, esa era la clave, el resto se acomodaba solo.

Continuará...

Autora: Jenifer Silvia García Vélez

Sobre la autora: es oriunda de El Salto. Estudio la licenciatura en docencia de inglés como lengua extranjera.

Ama el cine mexicano de la época de oro. Comenzó a escribir cuentos, la inspira plasmar palabras que puedan motivar a las personas.

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