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Este pueblo japonés ha conseguido generar cero resíduos

Perdido en las montañas de la isla de Shikoku, un pequeño pueblo de Japón quiere convertirse en un referente del reciclaje a nivel mundial.
Este pueblo japonés ha conseguido generar cero resíduos

Perdido en las montañas de la isla de Shikoku, un pequeño pueblo de Japón quiere convertirse en un referente del reciclaje a nivel mundial. Con el objetivo de eliminar todos sus desechos para 2020, Kamikatsu trabaja desde el 2002 en el Proyecto Cero Residuos.

 

Todo empezó hace siete años, cuando el alcalde cerró el incinerador de basura del pueblo porque no cumplía con los niveles de control de dioxinas.

 

Desde entonces, cada vecino convierte su basura orgánica en abono y separa el resto en 34 categorías. Sí, 34. Todo en sus propias casas, sustituyendo los camiones de basura y los contenedores por un único centro de entrega, la Academia Cero Residuos.

 

En la academia no solo se tira la basura, también se aprende a reciclar: desde cómo separar las etiquetas de los envases a cómo vaciar el líquido contaminante del motor de un coche.

 

Para incentivar este aprendizaje, el municipio regala billetes de lotería y bonos de compra de alimentos a sus 2.000 habitantes.

 

Pero hay más: en cada hogar hay un aparato que convierte la basura orgánica en abono, que se reutiliza en las muchas huertas del pueblo. Así Kamikatsu ha conseguido cerrar el ciclo, y que reciclar no tenga ningún coste para sus lugareños.

 

"Al principio me pareció un método engorroso, pero ya forma parte de mi rutina. Saber que los residuos que genero se reutilizan adecuadamente me motiva a respetar los consejos de clasificación" señalaba Keiko Akiyama, una habitante del pueblo, a El País en 2008.

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La mayoría de gente del pueblo ve con buenos ojos el Proyecto Cero Residuos, aunque muchos residentes, el 40%, aún están descontentos con al menos un aspecto de la política de reciclaje.

 

"Todavía tenemos adversarios, sobre todo porque casi todo lo que se recicla tiene que ser lavado previamente", dijo Sonoe Fujii, de la Academia Cero Residuos, a The Guardian. "Todo lo que podemos hacer es hablar con los que dudan y explicar por qué lo que están haciendo es tan importante".

 

La tarea de lavado y reciclaje puede resultar demasiado engorrosa para la gente mayor de Kamikatsu, y ya ha habido quejas en varias ocasiones

 

Ser vecino de Kamikatsu supone separar el tapón de cada botella, despegar las etiquetas, lavar cada envase a fondo con agua caliente, tender los plásticos y una vez secos, llevarlos a la academia.

 

Desmontarlo todo, aplastar los cartones y bricks de leche, higienizarlo y separarlo en la categoría pertinente no es tarea fácil. Los lugareños tienen que asimilar todo este trabajo como un nuevo hábito, y esto lleva un tiempo.

 

Kikue Nii, de 65 años, está aún adaptándose a las tareas. "Yo aún trabajaba cuando empezó todo y me encontré pasando mi rato del almuerzo con la basura", dijo. "Me ha costado años ordenar bien los residuos, en todas sus categorías", dijo a The Guardian.

 

Este circulo regular de clasificación, lavado y reciclaje puede resultar demasiado engorroso para la gente mayor de Kamikatsu, y ya ha habido quejas en varias ocasiones. Por suerte, aquellos que no pueden llevar sus residuos hasta la academia cuentan con la ayuda de voluntarios, que retiran la basura a domicilio.

 

Aunque este sistema estricto no es del agrado de todos ni resulta totalmente justo, el resultado no deja lugar a las dudas:

 

En los últimos 4 años, la basura a incinerar se ha reducido un 50% y los desechos reciclados han aumentado hasta el 90%. Por ello, el municipio quiere extender esta práctica a todo Japón.

 

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